Entradas

Ganas

-Me doy cuenta que te gusto -¿De dónde sacaste eso? -Me doy cuenta por como me mirás- me decís sin titubear y me sonreís. Y es que no puedo poner en palabras lo que me gustás. Y tampoco le puedo mentir a mis ojos. Se me escapa el amor cuando te veo sonreír. Y me doy cuenta que sonrío mientras te miro e intento ponerme seria, mirarte con indiferencia, pero no me sale. Sos lindo. Pienso en lo fotografiable que estás jugando con el perro, y en que si tuviera esa foto la pondría en un cuadrito en mi mesita de luz (aunque no tenga). Yo también me doy cuenta que te gusto porque te quedas mirándome fijo pero a diferencia mía, vos te quedas serio. Y es que vos tampoco podes explicar qué es lo que te genero. Pero vos no sonreís, porque vos no estas seguro de que el hecho de no saber bien qué es lo que te pasa te cope tanto. Y la verdad es que no tengo idea si va a funcionar o no. Y  aunque suene para tu cabeza como un sin fin de compromisos que vos todavía no estas dispuesto a asumir,

Vas a llorar.

Vas a llorar, vas a llorar mucho. Y vas a odiar, vas a odiar un montón. Va a haber días en los que no vas a querer salir de tu cama, te vas a sentir mal y vas a volver a odiar. Algunos días te vas a arrepentir, y ahi va a ser a vos misma a la que odies, por haber sido tan vulnerable, por haberte permitido, por haberte dejado llevar por tus impulsos, te vas a arrepentir de enamorarte. Y vas a odiar esta vez a esa persona, por haberte destrozado el corazón. Va a haber domingos de lluvia en los que te va a doler el pecho, y vas a sentir que no podes respirar, que tu corazón esta dejando de latir. Y te vas a levantar el lunes acostumbrada a ese dolor que se quedó con vos y con tu vida como un parásito que está ahí y no podes controlar, que hace con tu vida lo que quiere. Tal vez pases una semana, dos, tres, un mes o dos, o capaz tres o cuatro en que no vas a tener ganas de nada ni de nadie. En los que pienses que el amor es una mierda, que la vida esta en tu contra y que nunca te vas a

Inercia

Ya está, hoy voy a escribirte, porque hoy no puedo retenerte más. Capaz que escribirte es soltarte todos los días un poco. O tal vez no y parezco de esas mujeres psicópatas que siguen buscando a un hombre que solo las hizo sufrir y van a las puertas de sus casas y les gritan, y les hacen escenas porque capaz justo se lo cruzan saliendo con su nueva novia, o lo llaman un martes a las 4 de la mañana sin excusas sólo para escucharlo respirar cerca, o como si al menos lo estuviese. Está bien, vos no habías sido eso conmigo, ni siquiera un cuarto de eso, y mis amigas se encargaban de recordármelo todo el tiempo, sobre todo Luciana que parecía tenerte un amor majestuoso, casi más del que te tenía yo. Mentira, exagero (como siempre). Nadie te iba a querer más de lo que te quiero yo, y eso tatuatelo. Luciana me decía que eras buen pibe, "como si no lo supiera" pensaba yo. Que cualquier flaco al que yo, o cualquier otra mina, le hubiese mandado ese mail último que te mandé a vos (tan

Ni una menos.

Ellas piden por favor, que dejen de matarlas. Que por favor, dejen de acosarlas, que por favor, dejen de llamarle "piropo callejero" al acoso verbal, que por favor, dejen de silenciarlas, de denigrarlas, de maltratarlas, por ser lo que son, mujeres. Se juntan en el centro de la ciudad a marchar por sus derechos, por la igualdad de género. Gritan "igualdad, igualdad". Piden ser ellas quienes decidan sobre su vida, o porqué no, sobre su muerte. Se quedan difónicas de tanto gritar, de tanto pedir. Le duelen los pies de tanto caminar, de buscar a alguien que este dispuesto a escucharlas, porque piden que exista un hombre que entienda el miedo con el que ellas vuelven a su casa todas las noches, con el que caminan por la calle pasadas las 8 pm. Y dicen que apoyan a las otras mujeres, aquellas que duermen todas las noches con el monstruo en la misma cama, y de hecho, se acuestan con él. Les piden que llamen al 144, que no tengan miedo, que mañana todo puede ser un poc

Lluvia de reencuentro.

Llegaba a la esquina de mi casa (y ojalá hubiese sido de la tuya) mojándome la cara, porque llovía, no llovía mucho, llovía un poco, pero si llovía hace mucho. Era lunes por la noche y desde el sábado a la tarde que estaba lloviendo, como si la vida supiese que algo iba a pasar o mejor dicho, que algo estaba pasando. Después de un sábado donde te volví a ver la cara, donde volví a saber de vos, donde me volviste a hacer sentir lo mismo que sentí la primera vez que te ví, el domingo y el lunes llegaron como si nada. Lloré, si está bien, lloré mucho. Pero también había algún lugar en mí que estaba tranquilo. Algo que no me pasaba hacía meses. Tenía las respuestas a preguntas que me había hecho noches enteras, días enteros, meses enteros. Tres meses y medio, si querés que me ponga en detallista. Sabía que esta semana que empezaba, podía ser totalmente distinta a las demás ya que podía ir más liviana por la vida. Sin embargo, llegaba a la esquina de mi casa, y repito: ojalá hubiese sido

Soltó amando.

Yo esperaba que me mire a los ojos, con ganas de nada, con la mirada vacía y que yo pueda entender, que mi lugar no era ahí, que no era él, que ahí ya no tenía nada más que hacer y que lo mejor era irme. Eso era lo que necesitaba. Pero en cambio él, me miraba lleno de amor, me besaba con la mirada y me abrazaba. Y yo no me quería ir, no podía. Abundancia de promesas. Me pedía a gritos mudos que no me fuera, que me quedara con el, que sea yo quien lo ponga en eje. Todavía no puedo entender como alguien que ama tanto, que tiene tanto amor en sus ojos, en sus brazos y en sus manos, deja ir tan fácilmente. Como puede soltarte así, como si nada. Como si amar fuese cosa de todos los días. Como si uno encontrara el amor a la vuelta de la esquina. El era un ser libre, no quería depender de nadie, no quería que nadie lo ame a él tanto como se amaba a el mismo, y no quería amar a nadie más, porque no quería que eso le quitara amor propio. El amor te encuentra, sin importar que tan perdido est
Y capaz que sí. Que me había quedado con ganas de un montón de cosas. Que me había quedado con ganas de vos. Capaz que si sentía un gusto amargo en la boca, por la cantidad de birras entre charla y charla que nos habían quedado pendientes sin tomar, por la cantidad de "te extrañé" que no supe decir a tiempo, por la cantidad de canciones (y hasta capaz álbumes completos) que nunca pudimos escuchar juntos tirados en la cama mirando el techo, por la cantidad de estrellas que nunca pudimos contar señalándolas con tu dedo y el mío, capaz que por eso y muchas cosas más. Y me daba bronca, y me enojaba. Porque no soportaba que hoy no fueras vos. (vosconmigo).  Me acostaba a la noche y lloraba. Lloraba sin parar. Sentía un dolor en el pecho, un nudo, o un hueco (ambigüedad pura, pero así se sentía). No es que me gustara estar triste, ni llorar, ni no salir de mi cama en todo el día, pero lo hacía porque entendía que iba a existir un tiempo hasta poder levantarme y aceptar que ya eras